Sociedad | 14/10/2023

Fútbol, ilusión herida y maltrecha

Foto: APG

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Brújula Digital |14|10|23|

Gastón Flor

No creo que nadie en su sano juicio crea que Bolivia va a clasificar al mundial de fútbol, ¡nadie! Pero no se trata de ser pesimistas por que sí. La realidad nos está mostrando que nos hemos estancado hace varios años. Y siempre que se inicia un proceso clasificatorio y, tal catálogo de cabecera, lo único que atinamos es a ver quién será el DT y su equipo y para ello nos ilusionamos buscando alguien con una experiencia exitosa en otros contextos. Pensamos que esa persona vendrá, con su varita mágica, a darnos el empujón necesario para demostrar que nuestro fútbol es bueno y podemos competir con los grandes y medianos equipos, que vienen pensando que en la altura, nuestro eterno hándicap, pueden ganar, sino que deben ganar y para ello se preparan física y psicológicamente.

No es el momento de buscar culpables, pero es necesario reflexionar sobre qué estamos haciendo para darnos cuenta de nuestra triste realidad futbolera. Empecemos con la dirigencia que sentados en sus hermosas y delicadas oficinas, además de un sueldo nada envidiable, puede dirigir los destinos de este deporte sin proponer proyectos reales y cumplirlos a cabalidad y dejar bases para que otros continúen con ese proceso. Pero como todos en Bolivia justificamos y pensamos que somos “únicos y creativos”, apelamos al borrón y cuenta nueva y emprendemos acciones que se van perdiendo en el tiempo, dinero incluido, y así sucesivamente, sin un mínimo de sentido común.

Salvo en el proceso de 1994, en el que estuvimos en el puntapié inicial de Estados Unidos y, gracias al trabajo de todos, dirigencia, futbolistas, periodistas e hinchas, se logró lo que tantas veces soñamos: estar en una cita ecuménica de fútbol. Pero lo que faltó era fortalecer lo que se dejó y pensar inmediatamente en poner en práctica cómo formar a otros como Marco Echeverry, Julio César Baldivieso, William Ramallo, entre otros, apoyar a la mantención de los campos apropiados de fútbol, realizar un trabajo serio para la preparación adecuada de los árbitros, exigir a los clubes –a través de campeonatos y otros– la preparación de divisiones inferiores, reglas claras y transparentes en las formaciones de las directivas de los clubes profesionales y amateur, apoyar constantemente escuelas de fútbol como los que manejaban Tahuichi Aguilera y Enrique Happ, etc.  

Pensamos que los grandes futbolistas nacerían como gajos y que se formarían sin mucho seguimiento y exigencia en un fútbol cada vez más competitivo. No nos dimos cuenta de la necesidad de crear oportunidades a tantos niños y jóvenes y ahora niñas que se puede descubrir sus talentos si se tiene un programa exigente, adecuado y con gente preparada para empezar a ver las futuras generaciones de futbolistas que nos hagan quedar orgullosos como tantos otros latinoamericanos que brillan en torneos exigentes y se codean con otros colosos de otros continentes.

Los periodistas deportivos, a excepción de unos cuantos, viven de la cobertura diaria con el mismo tenor de saber si juega o no el fulanito de tal, si hay lesionados, si el equipo está completo o preguntarle a cualquier futbolista si el equipo “está listo” para ganar. Está bien, eso es algo repetitivo y a veces necesario, pero no se pueden quedar con esa información, se debería ver cuáles son los atributos futbolísticos de los jóvenes que están emergiendo y darle un seguimiento constante para que los ávidos lectores sepan y se vayan haciendo una idea de la formación de los nuevos valores. Saber de estrategias y tácticas como la planificación global del equipo.

Es decir, el periodismo deportivo debe entender la complejidad de un juego para apreciar un partido y plasmar en noticia para que los receptores tengan un poco más de orden mental y no sólo entiendan con la emoción de ser hinchas, sino también la razón de ciertas decisiones que hacen a su equipo. Hay tantas facetas que se necesita un mayor esfuerzo que contribuya a la calidad y las decisiones que se dan a conocer sobre nuestro fútbol. 

Los futbolistas hacen un esfuerzo considerable y se acomodan a las necesidades de los equipos y su desarrollo y capacidad depende de los torneos locales donde existe una diferencia considerable con otros, sin ir lejos en los países que nos rodean, que son más exigentes en todo sentido. Por esta razón, los jugadores nacionales no están expuestos a los ritmos de otras latitudes y seguimos viendo el fútbol de siempre, con ciertos aspectos positivos, pero en el fondo es el mismo desde hace varios años. Algunos con mayor responsabilidad en su preparación personal que otros.

Mientras que la hinchada es cortoplacista y exitista, como en varios rincones del mundo, lo más perjudicial es que los cambios de directores técnicos son a la orden del día, presión de hinchas de por medio, como si los únicos culpables fueran ellos y los que deciden si se quedan o no son los directivos con poco sentido común y casi nada de un análisis serio y profesional. Sólo cortan la pita del lado más débil para seguir con lo mismo.   

Si queremos dar un salto cualitativo, como lo hizo Venezuela, por ejemplo, nuestro fútbol pide a gritos un cambio no sólo de mentalidad, sino de administración por gente capaz, honesta, que ame este deporte, que no viva y se aproveche del fútbol, que no prometa estar en un mundial, sino que asegure trabajar de verdad y no mate la ilusión que la tenemos herida.

Gastón Flor es comunicador social.



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