Sociedad | 04/09/2023

El Estado sigue imponiendo el menú: Mujeres exigen libertad para elegir el subsidio

El subsidio de maternidad y lactancia sigue siendo fuente de denuncias por sobreprecios, mala calidad y poca idoneidad en los productos. El pedido de una billetera móvil sigue vigente a un año de las protestas de un grupo de madres que encendieron la mecha. Las autoridades gubernamentales, que están obligadas a responder, dan justificaciones.

Foto/Red de Periodismo Feminista

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Red de Periodismo Feminista |03|09|23|

Ha pasado más de un año desde la demanda de la billetera móvil para la soberanía de más de 400 mil mujeres que reciben el subsidio prenatal, de lactancia y/o universal que entrega el Servicio de Desarrollo de las Empresas Públicas Productivas (Sedem). 

Todas las madres en Bolivia tienen derecho a este beneficio, aunque hay dos tipos de prestaciones. Las mujeres asalariadas o beneficiarias –aquellas cuyo esposo o cónyuge es asalariado– reciben el subsidio a partir del quinto mes de gestación y 12 meses después tras el nacimiento del bebé. Lo recibido equivale a 2.000 bolivianos cada mes, un valor poco menor a un salario mínimo. Las mujeres del subsidio universal –sin fuente laboral formal– reciben solo el 15% de esa cifra, sus paquetes equivalen a Bs 300 mensuales y en vez de recibir 16 paquetes, solo recogen cuatro antes del parto.

“A las que tienen salario les dan carne, pescado, chorizo, cerdo. A mí me da un poco de envidia (…). Sería bueno que mejoren el subsidio universal porque las que lo reciben no tienen recursos y en cambio las otras llevan harto y es difícil consumir todo eso, por eso lo venden”, dice Karen, beneficiaria del subsidio universal.

Más allá de esta disparidad en los paquetes, las mujeres se quejan de sobreprecio, de condiciones de recojo incómodas y de un mal suministro, por lo que deben venderlo aun sabiendo que no está permitido.

Ninguna de estas denuncias es nueva. Todas saltaron el año 2022 con el revuelo nacional que comandó Mujeres Creando y que hizo temblar al SEDEM, destapó privilegios de los militares y puso en la mira al Ministerio de Salud, que es el que decide lo que recibirán las madres en todo el país.

Aunque el desenlace de la demanda no fue el que se aspiraba, se logró otras conquistas como el recorte de privilegios en el reparto del subsidio y la internalización de la demanda por soberanía alimentaria heredada en la memoria colectiva de las mujeres en Bolivia.

El coro de voces que tumbó privilegios

La movilización fue nacional. Mujeres y mamás de al menos ocho ciudades capitales marcharon en protesta el 22 de julio de 2022 para exigir la implementación de la billetera móvil en el subsidio.

Las denuncias de irregularidades tuvieron eco en medios de comunicación y hasta llegaron a la justicia. El 20 de julio de 2022, la Fiscalía abrió una investigación de oficio y ejecutó una orden de allanamiento a un punto de entrega en Santa Cruz. En el lugar una mujer mostró su boleta con la lista de productos recibidos donde figuraba un paquete de 50 pañales, que en realidad tenía 40.

Hubo algunos cambios concretos. Una conquista tangible fue la puesta en evidencia de privilegios a las esposas de militares que cobraban el subsidio en efectivo, una medida que fue revertida. 

Otro de los logros fue demostrar al Estado que no todos los paquetes se adecúan a las necesidades alimenticias de las madres en el país. “Se trata de un Estado paternalista e infantilizador que por un lado le dice a las mujeres que pueden parir, pero no que están en la capacidad de elegir qué comer o qué darle a su wawa”, opina la abogada constitucionalista experta en género, Emi Vargas.

Muchas denuncias y pocos cambios

Los paquetes del subsidio se entregan de manera mensual y sin racionalizar, es decir que la beneficiaria recibe todos los productos en una sola vez. Por ese motivo también se solicitó la billetera móvil, no solo para elegir qué comprar sino también en qué momento hacerlo.

En el área rural la logística de entrega se complica por las distancias. Aunque el Sedem dispuso la creación de brigadas móviles para la distribución del subsidio universal, ese despliegue no es del todo eficiente. “A mí el subsidio me lo recoge mi hermano en Trinidad porque para mí sería difícil ir cada mes desde Santa Ana. Yo le he dado un poder a él. Para que me lleguen los productos yo tengo que pagar Bs 150 si es por tierra y Bs 250 si es en avioneta porque no los traen hasta aquí”, relata Esther, desde Santa Ana del Yacuma, Beni.

Otra de las denuncias centrales fue que, aunque el subsidio pregona garantizar una alimentación saludable, en algunos casos atenta contra su salud por exceso de azúcar o por incluir productos que no toleran. El 5 de septiembre de 2022, la Justicia ordenó al Ministerio de Salud y al SEDM que mejoren la variedad de productos del subsidio haciendo paquetes diferenciados que contemplen patologías de base de las mujeres.

Iver Fernández, responsable del SEDEM en Chuquisaca, reveló que en su departamento hasta la fecha no han recibido ninguna solicitud de estos paquetes. “Como institución, hemos estado trabajando para poder entregarles estos paquetes especiales, pero hasta la fecha no hemos tenido ningún pedido”, aseveró. Testimonios en Sucre y una visita a una distribuidora de subsidios en La Paz permite afirmar que hay poca información sobre estos paquetes y no son ofrecidos a las madres. De hecho, había funcionarios públicos que no conocían los requisitos para acceder a este beneficio.

Quitaron los pañales

El paquete de pañales fue determinante en las protestas de las madres. El producto otorgado por el SEDEM estaba valuado por el doble del precio del que hay en el mercado y era muy deficiente en calidad, según los testimonios. Pese a ello, nunca fue considerado innecesario por las mamás, sino todo lo contrario: lo reclamaban porque lo juzgaban adecuado para las necesidades de sus bebés.

Fernández, del SEDEM Chuquisaca, indicó que los pañales fueron sacados de los paquetes porque causaron polémica y fueron observados por no ser alimentos. Si los pañales no deberían estar en los paquetes por no ser alimentos, ¿por qué se los incluyó antes? El tema no ha sido esclarecido. Revisamos la normativa que rige los productos del subsidio y constatamos que no es lo suficientemente clara.

Desde mediados de agosto solicitamos una entrevista con la gerente del SEDEM, Fátima Pacheco. Sin embargo, pese a la insistencia hasta el cierre de esta publicación no se obtuvo respuesta. Lo mismo ocurrió con el Ministerio de Salud.

Precios XXL

El subsidio se reparte de la siguiente forma: el 70% del valor se entrega en productos directamente en el SEDEM y el 30% restante mediante supermercados.

Aunque no alcanzan a todos los productos, existen denuncias de que los alimentos del subsidio son más caros. Corroboramos que varios productos del SEDEM y de los supermercados están valuados a un precio mayor al del mercado informal que no emite factura y que es al que en su mayoría recurren las familias bolivianas para llenar sus ollas. En esa comparación, es fácilmente deducible que los montos están inflados aunque ciertamente las condiciones de venta son diversas entre un supermercado y un puesto de venta informal.

Del mercado a marketplace

Aunque la compra y venta del subsidio no está permitida, los controles no son constantes y muchas familias optan por este mecanismo ante la abrumadora cantidad de productos que no alcanzan a consumir, por temor a que se echen a perder o porque simplemente los productos que reciben nunca han estado en sus dietas. Este hecho, que es de conocimiento generalizado, se puede constatar en los mercados e incluso en redes sociales. Los productos valuados en 1.500 bolivianos se venden en menos de un tercio de su valor.

Jorge Silva, viceministro de Defensa de los Derechos del Consumidor, reconoció que se trata de un tema no resuelto. “El Ministerio de Salud y el SEDEM deben realizar una evaluación sobre el aprovechamiento de cada uno de los 140 productos que entregan en el subsidio, para luego trabajar una política de Estado respecto a la alimentación complementaria”, dijo ante nuestras consultas.

“Estamos bajo un estado patriarcal que en discurso impulsa el apoyo a la alimentación de las madres y sus bebés, pero que en la práctica tiene una estructura de tutelaje que lo que hace es beneficiar a las empresas con los contratos de productos del subsidio pisoteando el bienestar de las mujeres”, insiste la abogada Emi Vargas.

Y aunque, sin duda, el subsidio es un tema irresuelto porque no se ha atendido a la demanda concreta de la billetera móvil y las denuncias de las mujeres siguen intactas desde el año pasado, el mayor logro de toda la lucha iniciada fue marcar un antes y un después en la conciencia colectiva sobre la soberanía alimentaria de las mujeres y madres en Bolivia. El mayor logro es, precisamente, haber encendido una mecha que lejos de apagarse, incinera a fuego lento el discurso de la despatriarcalización que al Gobierno le gusta pregonar.

Este reportaje fue realizado por la Red de Periodismo Feminista con la subvención del Fondo de Mujeres Bolivia - Apthapi Jopueti



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