Sociedad | 18/05/2021

Nuevos casos de acoso cibernético, la Policía pide control y atención a los padres de familia

La semana pasada se dieron a conocer dos casos de hackeo en grupos de WhatsApp y reuniones de Zoom en los cuales niños de escuelas fiscales y de convenio de La Paz y El Alto compartían sus tareas y pasaban clases. La policía pide control a los padres y más cuidado en las redes sociales a la población.

División de Patrullaje Cibernético en la FELCC de La Paz

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María José Ribera

Brújula Digital|18|05|21|

La semana pasada se dieron a conocer dos casos de hackeo en grupos de WhatsApp y reuniones de Zoom en los cuales niños de escuelas fiscales y de convenio de La Paz y El Alto compartían sus tareas y pasaban clases. Una presunta banda de trata y tráfico de menores envió a las plataformas imágenes pornográficas mientras los escolares atendían a clases. 

El teniente Juan Luis Alejandro Quispe, oficial investigador de la División de Trata y Tráfico de personas y de ciberpatrullaje, indicó que en los últimos años han aumentado los casos de acoso mediante redes sociales y los criminales generaron nuevos modus operandi para atraer a sus víctimas, de las cuales la mayoría son mujeres jóvenes, pero también son niños, adultos y personas de la tercera edad los blancos de los ciberacosadores.

“Uno de los modus operandi que es de mayor crecimiento, dentro de la pornografía, está englobado el fenómeno de grooming (...). El grooming es un modus operandi donde una persona adulta crea un perfil de Facebook, WhatsApp, Instagram, cualquier tipo de aplicación de mensajería con datos falsos”, explicó Quispe. 

El grooming

El investigador explica que los policías encargados del ciberpatrullaje trabajan de la mano de la Ley Integral Contra la Trata y Tráfico de Personas No. 263, la cual menciona el delito de la pornografía y que puede ser transmitida por cualquier medio tecnológico. Si bien el “grooming” no está legislado dentro de las leyes bolivianas, los oficiales lo toman en cuenta para las investigaciones ya que es un fenómeno que ha crecido en los últimos años. 

El grooming, o engaño pederasta online, es el nuevo concepto que se le atribuye a las acciones y procesos que utiliza un adulto para acosar a menores de edad mediante plataformas digitales, ya sean redes sociales, correo electrónico, mensajes de texto, juegos online, entre otros.

Los delincuentes que practican el grooming crean perfiles falsos para atraer a menores y generar simpatía con ellos. Los acosadores estudian a su víctima y se aprovechan de su situación para acercarse emocionalmente, incluso hasta llegar al enamoramiento y conseguir imágenes sexuales. 

“Por medio del engaño llega al enamoramiento o hasta tener la confianza en una primera etapa, posteriormente obtendrán imágenes con contenido libidinoso, pornográfico, que cambian el modo de tratar con esta persona. (...) Luego va a empezar con la extorsión. A raíz de la extorsión, puede generar mayor contenido pornográfico y va a acceder a los deseos de este criminal”, explicó Quispe. 

Publicar fotografías privadas, enviarlas a familiares o amistades y compartirlas a todo su entorno social son algunas de las amenazas que reciben las víctimas, lo que las obliga a hacer lo que su acosador quiera. 

Víctimas y estigmatización de la sociedad

Las víctimas del grooming, generalmente, son menores que no reciben atención ni afecto de sus padres, por lo que buscan un refugio en internet, donde el peligro acecha en todas las plataformas. Los oficiales pudieron notar que en muchos casos, los padres no controlan a sus hijos, no saben qué aplicaciones utilizan o con quienes hablan en redes sociales, lo que hace que el menor acceda a medios más peligrosos.

“En algunos casos, los padres ni siquiera saben con qué personas se comunican (sus hijos), ni con qué dispositivos o aplicaciones el niño habla, si juega, cuánto tiempo juega, si habla con una persona mayor o menor. Entonces, eso nos hace notar que la falta de comunicación de estos familiares es notoria”, aclaró el investigador Quispe.

En este sentido, los casos también son atendidos por especialistas psicólogos de la división, que ayudan individualmente a las víctimas a recuperarse de la experiencia emocionalmente y también a la comunicación familiar.

De igual forma, Quispe cuenta que la mayoría de las víctimas que denuncian el ciberacoso en general son mujeres jóvenes y menores de edad, pero que los delincuentes buscan todo tipo de perfiles, por lo que las víctimas también son adultos, mayores de edad, personas con discapacidad y hombres de todas las edades.

Sin embargo, la mayoría de los casos que atienden son de mujeres, ya que los hombres no denuncian sus casos por vergüenza, generada por el estigma y machismo presentes en la sociedad. 

“No hay una denuncia creciente por parte del sexo masculino, porque tienen temor a denunciar este delito, o por la cultura en nuestro entorno no lo refleja como algo que ellos puedan denunciar. Entonces callan”, aseguró Quispe. 


Desarrollo de las investigaciones

Quispe explica que el proceso de las investigaciones puede ser sencillo si las víctimas acceden a dar toda la información correspondiente, esto para realizar un seguimiento al criminal y atraparlo en cuestión de días. 

No obstante, se dan varios casos en los que las investigaciones son tardadas ya sea por la falta de información o porque los acosadores se encuentran en otros países, lo que dificulta el proceso. Por esa razón, Quispe desarrolla las consideraciones que se deben tomar en cuenta para una investigación cibernética. 

“Tenemos que tomar en cuenta que el ciberespacio tiene tres cualidades bien distintas: es atemporal, no tiene dimensión y tiene una multi identidad. El delito puede estar direccionado en algún punto del país o puede estar direccionado del Perú y la víctima puede estar en Bolivia”, explicó Quispe y añadió que la tecnología está en constante evolución, por lo que deben adaptarse a las herramientas que usa el criminal.

Cuando ya se obtiene un imputado, la investigación se desarrolla en seis meses, dependiendo el número de víctimas y agresores del caso. Sin embargo, se puede extender el tiempo si el caso es más delicado.


Los casos

En los últimos años, los casos de delitos pornográficos han aumentado en la ciudad de La Paz. En el 2017, se registraron 16 casos de pornografía y en un año, los casos se elevaron a 38. Para el 2019, se presentaron 34 casos y, si bien por el confinamiento los casos bajaron a 16 el 2020, los oficiales aseguran que se dan muchos más casos que no son denunciados por las víctimas. 

Hasta las fecha, solo fueron cuatro casos denunciados y se presume que la baja cantidad de denuncias sea por la falta de control que se dio en la pandemia, por temor cultural y vergüenza. Los oficiales instan a la población a denunciar sus casos sin miedo.

“Hay una gran expectativa respecto a los patrullajes que nosotros realizamos en modo de prevención. La división se apoya con la división de cibercrimen para realizar distintas inspecciones a los medios de comunicación, publicidades de trabajo, anuncios en páginas web y anuncios de Facebook”, agregó Quispe. 

El Teniente Quispe pide a los padres de familia que tengan más control con sus hijos, teniendo en cuenta las aplicaciones y plataformas a los que acceden y hablándoles constantemente para no perder la comunicación ni el afecto. Al mismo tiempo, el investigador pide a la población tener más cuidado con la información que proporciona en redes sociales y que las contraseñas que establezcan sean seguras. 

“La Policía Boliviana somos una parte íntegra de la sociedad, somos un pilar fundamental del Estado, donde también tienen que confiar. Nosotros tratamos de capacitarnos al máximo, tratamos de buscar cursos de especialización. Nuestros jefes impulsan convenios internacionales, operativos institucionales y extraoficiales”, fueron las palabras de Quispe para inspirar seguridad en la población.

BD/MJR



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