Sociedad | 05/04/2021

El dudoso caso de Eleazar García y el incomprensible silencio de la prensa española

El Potosí le cuenta, en exclusiva, el caso de una persona con capacidades especiales que murió en Gijón, en manos de las fuerzas del orden, pero no aparece en los grandes medios de España.

El caso de Eleazar García Fernández

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El Potosí |05|04|21|

Se llamaba Eleazar García Fernández, tenía 34 años y una discapacidad intelectual del 75 por ciento que asimilaba su conducta a la de un niño de cinco. Era lo que en Bolivia llamamos “persona con capacidades disminuidas”, para no utilizar el adjetivo “discapacitado”, que suele ser ofensivo la más de las veces. Precisamente por eso, todos lo cuidaban y trataban como a un menor de edad

El 8 de septiembre de 2019, la selección española de fútbol debía jugar un partido de exhibición en Gijón, municipio del Principado de Asturias en el que vivía Eleazar. Para el niño/hombre, ver jugar a su equipo nacional se convirtió en una ilusión, tanto que la familia acordó que vaya al partido junto a uno de sus tíos y su primo. En imágenes difundidas en directo por las redes sociales se puede ver al tío reportando la presencia de los tres en las tribunas del estadio “El Molinón”.

Por razones que no están detalladas, Eleazar salió por un momento del estadio y, cuando intentó volver a entrar, los guardias de seguridad y los policías no se lo permitieron. Los reportes dicen que hubo un forcejeo en el que una de las guardias fue golpeada en el rostro. Aparentemente, lo dejaron un momento pero, poco después, ya en otro punto de las afueras del campo de juego, los uniformados lo agarraron, lo inmovilizaron contra una valla y luego lo pusieron bocabajo, con las manos en la espalda. Para ellos, se estaba deteniendo a una persona de más de 30 años, usando la fuerza, pero, en los hechos, estaban reduciendo a un niño de cinco años que inmediatamente entró en pánico.

Los policías y guardias se lo llevaron a una patrulla y, allí, sufrió un ataque nervioso. Asustados, los uniformados optaron por trasladarle al centro de salud Parque-Somió donde el niño/hombre murió por un paro cardiaco.

La jueza de instrucción segunda de Gijón encontró que había suficientes indicios en contra de cinco policías y ocho vigilantes de seguridad por la presunta comisión de los delitos de homicidio imprudente, lesiones graves, detención ilegal y delito contra la integridad moral y abrió causa en diciembre del año pasado.

Los abogados de los encausados apelaron y los magistrados de la sección octava —el tribunal de alzada— resolvieron sobreseerlos. Los cinco policías y ocho vigilantes recuperaron su libertad, desatando protestas de la comunidad gitana de España porque Eleazar pertenecía a esa etnia.

¿SILENCIO?

En el caso de Eleazar hay contradicciones y algunos datos no concuerdan pero, para un periodista extranjero, es imposible acceder al expediente. En España rige una ley de protección de datos tan rígida que hasta proporcionar números de teléfono celular podría ser objeto de sanción.

Entre los datos que no cuajan están, por ejemplo, quiénes eran los parientes que estaban con Eleazar en el estadio ya que hay versiones que señalan que no era un tío, sino su padre. Tampoco queda claro si el paro cardiaco fue en el centro de salud o en la patrulla.

Las declaraciones de los testigos son coincidentes en el sentido de que Eleazar fue, por lo menos, víctima de malos tratos porque, cuando lo redujeron, uno de los policías le puso la rodilla encima de la cabeza, mientras se la apretaba contra el suelo.

Pero este caso no aparece en los periódicos de la gran prensa española, ni en los elaborados telenoticiosos de las cadenas nacionales.

El periodismo español es de gran calidad, especialmente técnica, y sus coberturas son envidiables. Salvo en los periódicos, las coberturas casi nunca son individuales y están a cargo de equipos de personas con responsabilidades específicas. Sin embargo, buena parte de esos esfuerzos están dirigidos, primero, a la información sobre la familia real y, en segundo lugar, a la que es generada por las estrellas del espectáculo.

No existe actividad que realicen el rey Felipe VI, la reina Letizia o sus hijas que no merezca cobertura. En el caso de las estrellas, la cobertura mediática ha llegado a tal punto que los maltratos que sufrió en su matrimonio la presentadora Rocío Carrasco, hija de la cantante Rocío Jurado, son presentados actualmente bajo el formato de un documental seriado que tiene audiencia por millones y, por tanto, está generando ingentes recursos publicitarios.  

El caso de Eleazar es tan especial como lo fue él. Se trata de una persona con capacidades disminuidas que murió en circunstancias extrañas en manos de las fuerzas del orden. Ocurrió en una ciudad pequeña, de menos de 300.000 habitantes, y eso parece disminuir el interés de un periodismo centralizado en Madrid. Si el hecho hubiera sucedido en Bolivia, podría haberse calificado de homicidio culposo y con agravantes basadas en la Ley General para Personas con Discapacidad. Las leyes españolas son otras, pero no totalmente diferentes. Con excepción de la prensa regional, su caso no ha merecido gran cobertura y, por ello, se ha invisibilizado.

Las protestas de los gitanos no fueron masivas, pero se realizaron en gran parte del país. En Madrid hubo una manifestación en la Puerta del Sol, a la que no concurrió ningún medio de comunicación social. Cerca están las terrazas donde se habla de la pandemia, de los millones que gasta la familia real y del último capítulo de la “docuserie” de Rocío Carrasco. Nadie habla de Eleazar.Juan José Toro • El Potosí

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