Sociedad | 20/04/2020

Se cumplen 73 años de la muerte de Patiño

Simón I. Patiño, el boliviano más rico de la historia

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El Potosí |20|4|20|

Este lunes 20 de abril de 1947, el botones que ingresó a la suite más lujosa del hotel Plaza, de Buenos Aires, se encontró con una ingrata sorpresa: su ocupante, el millonario boliviano Simón Iturri Patiño, estaba muerto. Fue una noticia de trascendencia mundial porque el fallecido no solo era el hombre más rico de Bolivia sino el tercer más acaudalado del mundo.

Nacido en Santibáñez, Cochabamba, el 1 de junio de 1860, conoció la miseria en sus primeros años, pero decidió apostar a la minería. El hallazgo de un gran yacimiento de estaño en la mina que después bautizó como "La Salvadora", en el norte potosino, fue la base para una fortuna que, según cálculos extraoficiales, llegaría a por lo menos 3.000 millones de dólares.

Aunque su riqueza provenía de las minas potosinas, Patiño invirtió lo necesario para mejorar la producción, pero no mejoró el nivel de vida de sus trabajadores. Tampoco encarriló a Bolivia en la industrialización. Por el contrario, invirtió grandes sumas en el exterior con las que diversificó sus inversiones y multiplicó su fortuna.

Hizo construir una mansión en Cochabamba para morir allá, mas no llegó a tiempo porque la muerte lo sorprendió en Buenos Aires. Roberto Bardini escribió lo que sigue sobre lo sucedido aquellos días:

“Regresa por última vez a su país en tren, en un viaje que dura dos días. Va dentro de un lujoso ataúd de maderas preciosas, con incrustaciones de marfil y manijas de plata, elaborado especialmente para su decrépito cuerpo. Cuando los exquisitos artesanos fúnebres presentan la cuenta, no se imaginan que los descendientes del 'rey del estaño' los demandarán ante un juzgado argentino por el elevado costo del féretro. Al llegar el cadáver a Bolivia, el presidente Enrique Hertzog ordena que las banderas permanezcan a media asta en señal de duelo nacional. El mandatario había recibido cinco millones de pesos bolivianos de Patiño para su campaña electoral”.

Patiño dejó una inconmensurable fortuna que hoy disfrutan sus herederos, la mayoría de ellos residentes en el exterior. A Bolivia le dejó como legado una fundación y museos, algunos en el norte potosino, pero ninguno en la capital con la que solo se relacionó administrativamente.



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