Política | 20/02/2024

|OPINIÓN|La oportunidad de las primarias|Santiago Siles|

Elecciones primarias/APG

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Brújula Digital|20|02|24|

Santiago Siles

Armar una oposición no significa incluir a cualquier personaje de dudoso proceder que te acarree militantes. Estamos viendo que los partidos y las propuestas políticas, desesperados por sumar, convocan a trotadores políticos o tránsfugas que no tienen donde más caer. Dada la precaria situación de los que se enfrentan al oficialismo nadie hace una revisión exhaustiva de la gente que está en sus filas. Somos testigos, muy a pesar nuestro, del fichaje de canallescos infiltrados y del consecuente montaje de amalgamas ideológicas. En este sentido, el primer paso sería tener un proceso pensado y con un análisis mejor planteado de los actores coyunturales. El tiempo será mejor empleado de esta manera, creándose un frente mejor consolidado y con una representación que vaya más allá de líderes circunstanciales. Esto, incluso en caso de perder, cuestión bastante probable, servirá para armarnos de cara al futuro, debiendo decantarnos, en el margen de las posibilidades, por una renovación preparada para los nuevos desafíos y cambios generacionales.

Así pues, cualquier propuesta que se quiera formar no debería contar con el apoyo incondicional de los electores. No debemos estar en la situación en la que nos veamos obligados a votar por “el mal menor” y/o por hombres y mujeres que desconozcamos. En esta línea, en un direccionamiento abierto de representación, los posibles candidatos deben tener un seguimiento constante de parte de los ciudadanos, con una fiscalización puntillosa de todo el proceso que se esté llevando a cabo. Definitivamente, hecho que no sucedió en absoluto en los últimos tiempos, debe haber un compromiso infinitamente mayor de parte de todos nosotros.

El segundo paso sería visualizar las primarias. Siendo este un espacio de posible unidad o separación definitiva de las tendencias del masismo, la oposición debería ponerse las pilas y, tal cual sucedió en Venezuela, demostrar un serio compromiso cerniendo las opciones que representaran la cara antidictatorial del 2025. Si se quiere de manera separada, cada candidato puede ir con su partido. No obstante, los que no obtengan apoyo suficiente, siendo este reducido o nulo, deberán abandonar la contienda inmediatamente o pasar, dada su intransigencia, a ser fantasmas generales de los acontecimientos.

El partido contrario al MAS con más votos debería ser la única opción para las futuras elecciones generales. Aun así, si la diferencia de porcentajes no es mayor al 5% con respecto al segundo partido opositor, se tendría que trazar una suerte de entendimiento con su agenda y propuestas. Acto seguido, en las directrices de respaldo posterior, no se debería condicionar el proceso del primero y/o ensuciar su frontera ideológica y estratégica, evitando así puntos innegociables. Si el segundo, suficientemente cercano en cantidad de votos, decide continuar en contienda, el momento de la renuncia de uno de los dos partidos debería estar supeditado a las distintas encuestas nacionales que se irán realizando, dándose el paso al costado lo antes posible y en un momento en el que no se vean perjudicadas las opciones del contendiente electoral con más posibilidades.

Tomada esta decisión, los puntos que entrarían en las posibles tratativas se irían reduciendo de acuerdo al tiempo que pase. Las encuestas más serias deberán ser las que sean priorizadas, no contando las evaluaciones internas realizadas por los partidos políticos en liza. Aunque, claro está, si entre todos los opositores cuentan con una directriz y estadísticas únicas, manejándose preferentemente Big Data, esta también puede ser una interesante opción de referencia.

Otra vía sería la de conformar una coalición general de todos los partidos no adscritos al oficialismo. La posterior disolución de esta alianza, en caso de ser requerido por uno de los partidos integrantes, estará condicionada por el reglamento para el registro de alianzas, donde el Tribunal Supremo Electoral deberá evaluar los pormenores en cuanto a la regularidad del registro presentado. Por ello, anticipándose a posibles inconvenientes, hay que evaluar detenidamente la Ley de Organizaciones Políticas (1096), contemplándose los apartados específicos para estos casos y visibilizando que solo las organizaciones políticas con alcance nacional pueden entrar en la contienda. Dispuestos los distintos escenarios previos y posteriores del registro, muchos de los cuales ni si quiera se han normado o visualizado todavía, se pasaría al proceso de selección de binomios de cada facción y, a partir de los resultados conseguidos, se delimitarían los caminos a seguir, siendo los elegidos al final, dadas las estrictas causales de muerte y enfermedad, los que deberán enfrentarse al MAS en el cómputo general. Se debe, tomando en cuenta los mecanismos de burocracia y control, tener el debido cuidado en cada etapa definitoria.

Santiago Siles Rolón es psicólogo y comentarista político.



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