Política | 15/01/2024

|OPINIÓN|A la espera de un bloque sudamericano|Carlos Alarcón Escobar|

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Brújula Digital |15|01|24|

Carlos Alarcón Escobar

Desde la época de la independencia, los libertadores Bolívar, San Martín y otros soñaron o plantearon la necesidad de mantener unidos los territorios vastos de Sudamérica. Especialmente fue Simón Bolívar quien proyectó la creación de un nuevo Estado fuerte, una Patria Grande. No pudo con su objetivo y uno a uno los territorios por él liberados fueron tomando su propio camino. Fueron los más diversos motivos que impidieron tal objetivo, principalmente que las élites locales no deseaban perder sus privilegios y su dominio sobre territorios y gentes.

Así, Sudamérica se enrumbó fraccionada a su vida independiente, ese concepto tan pomposo que para la mayoría de ellos no significó ningún cambio. El desarrollo fue esquivo para muchos de esos países que por décadas se debatieron en la pobreza y el subdesarrollo. Hoy, muchos de esos Estados aún tienen indicadores económicos deficientes y pocos alcanzaron un desarrollo medio.

Desde mediados del siglo pasado se fueron dando diversos intentos de unificar posiciones y acercar sus economías tan disímiles; así fueron surgiendo diversos procesos de integración, unos más atractivos que otros: ALALC, ALADI, Cuenca del Plata, OTCA, Comunidad Andina, MERCOSUR, UNASUR y otros de menor envergadura. Tienen en común el interés sectorial de facilitar el comercio, promover la integración física, infraestructura y otros ámbitos de interés común, fundamentalmente de tipo fronterizo.

Sin embargo, desde esos tiempos hasta nuestros días, por diversos motivos nunca se dieron iniciativas para formar un verdadero bloque geopolítico que promueva un desarrollo integrado y equilibrado de los países sudamericanos. Los países más prósperos y con visión de mundo de la región, como son Brasil y Argentina nunca vieron tal necesidad de impulsar un verdadero bloque liderado por ellos y que hagan de la región sudamericana un polo de atracción de inversiones y un bloque a tomarse en cuenta en las negociaciones globales de comercio, inversiones y desarrollo. Específicamente, en el caso de ambos países señalados, se enfrascaron en permanentes disputas normativas comerciales al interior de MERCOSUR del cual forman parte.

En la pasada década, UNASUR, promovida más por intereses políticos que geopolíticos, tuvo un desastroso final, al no poder despegar como verdadero bloque regional alejado de las desavenencias políticas. Su fragilidad fue demostrada al no poder sobrevivir a las crisis políticas derivadas de la crisis o caída de regímenes de izquierda y quedó demostrado que su verdadero interés era el de proteger la vigencia de los gobiernos del denominado Socialismo del Siglo XXI.

Tras los diferentes conflictos que se vienen dando a nivel mundial, especialmente las guerras de Ucrania y el conflicto israelí-palestino, está claro que las superpotencias de uno y otro lado han revelado sus intenciones dominantes. Eso está precipitando el surgimiento de bloques regionales y continentales configurando un nuevo escenario multipolar en que los países-continente como Estados Unidos, China, India o Rusia tienen o tendrán un papel fundamental y en el cual los países de tamaño relativo menor o en vías de desarrollo deberán buscar la manera de insertarse en ese nuevo mundo.

Hace pocos días, Argentina debía ingresar oficialmente a BRICS, pero su presidente Javier Milei decidió dar un portazo a tal posibilidad, anteponiendo su visión política al interés estratégico de su país; una vez más Argentina deja pasar una oportunidad de retomar su senda de desarrollo con mirada abierta al mundo, que además hubiera conllevado posibilidades de acercamiento con ese bloque para los demás países sudamericanos, más aún si tomamos en cuenta que ya Brasil forma parte de ese grupo de países emergentes.

Por su parte Brasil tampoco asume el papel de liderazgo que le toca como país de mayor desarrollo relativo de la región y que ya forma parte de las economías más desarrolladas del planeta. Desde su independencia del imperio portugués hace ya casi dos siglos, Brasil ha vivido de espaldas a la región sudamericana y sólo ha volteado para defender sus intereses mas no para acercarse a ellos en pos de objetivos comunes y avanzar en propuestas serias de desarrollo conjunto en base a una agenda despolitizada. Es decir que no se puede esperar mucho de esa potencia regional y los países de la cuenca del Pacífico tendrán que ver otras opciones para ser tomados en cuenta en las negociaciones de corredores de comercio y polos de desarrollo que se vendrán en el presente siglo.

Por eso es importante retomar en la agenda regional sudamericana los debates y discusiones acerca de la posibilidad de construir un bloque unificado que haga sentir la voz de nuestro subcontinente en el mundo, que promueva los intereses de la región sin temores de ser encasillados en uno u otro bloque, Sudamérica debe tener una voz en el mundo y es necesario que los líderes políticos de nuestros países miren un poco más allá de sus comarcas para avizorar las posibilidades de desarrollo que se pueden obtener tan sólo abriendo una ventana unificada al mundo.

¿Y cómo vamos en casa con estos temas? Pues el cambio reciente de autoridades en Cancillería podría abrir una ventana de oportunidades para analizar estos temas, aunque la verdad, sea por la improvisación o por otros factores, no se ven propuestas nuevas y sólo atinan a dejar hacer y dejar pasar. Ojalá en los dos años que les queda de gestión puedan por lo menos insertar estos temas en el debate nacional y regional.

Carlos Alarcón Escobar es economista y diplomático.



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