Política | 01/03/2023

Opinión / Sobre qué bases podría construirse una convergencia

Los partidos participantes de la convergencia deberían respetar algunos principios innegociables: democracia, justicia, estado de derecho, independencia de los poderes del Estado, libertades, igualdad de los ciudadanos en derechos, obligaciones y valor de su voto.

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Brújula Digital |01|03|23|

Gonzalo Flores

Es sabido que el socialismo sólo acarrea pobreza, estatismo, autoritarismo, supresión de las libertades, corrupción, violencia, propaganda y adoctrinamiento. El peligro que acecha al país de precipitarse a ese abismo es tan grande, tan dañino, que está clarísimo que las fuerzas democráticas deben converger para evitarlo. Es decir, deben converger las pocas fuerzas realmente democráticas que existen, porque también hay fuerzas políticas que aparentan ser democráticas, pero no lo son.

Aunque en los últimos años han emergido varias formas de participación en la política, como los comités cívicos, las plataformas y grupos temáticos informales,  es claro que la legislación boliviana sólo permite la participación en elecciones de partidos políticos, agrupaciones ciudadanas con personería jurídica y pueblos indígenas originarios. Que esa norma esté bien o mal es otra cosa. Por ahora, es la que regirá las elecciones generales de 2025 y los que quieran formar parte de la convergencia y salvar a Bolivia del desastre tendrán que aceptar que los grandes protagonistas serán nuevamente los partidos políticos, que tendrán que apuntar sus fuerzas en una sola dirección.

La convergencia ¿debe ser de corto o largo plazo? Aparentemente, las respuestas son mutuamente excluyentes. O de corto plazo, o de largo plazo. Pero no es así. El país no puede dar tumbos cada cinco años. La coyuntura requiere una medicina de corto plazo, pero la historia exige una de largo. Se precisa forjar una convergencia que se proponga no sólo salvar al país de una crisis inmediata, sino dirigirlo por un largo período, cuarenta o cincuenta años, para asegurar que se encamine por la ruta de la civilización occidental, es decir, de la democracia, la ciencia y la economía de mercado.

Los partidos participantes de la convergencia deberían respetar algunos principios innegociables: democracia, justicia, estado de derecho, independencia de los poderes del Estado, libertades, igualdad de los ciudadanos en derechos, obligaciones y valor de su voto; reconocimiento de una única nacionalidad, la boliviana; fundamentación de las decisiones de gobierno en la ciencia, aseguramiento de la economía de mercado, la propiedad privada, las libertades de producir, comerciar, comprar y vender. Son los grandes principios del liberalismo, que es el único discurso realmente alternativo al socialismo, al fascismo y a sus variantes latinoamericanas. Quien crea que existe otro, que lo demuestre.

Los partidos participantes podrían también acordar, desde ahora, algunas medidas urgentes de gestión de la sociedad, imprescindibles y reforzantes entre ellas, que son:

a) modificación de la CPE en varios sentidos: restablecimiento de la República, supresión de la noción de Estado Plurinacional, reducción del papel central del poder ejecutivo; traslación hacia un régimen mucho menos presidencial; establecimiento de un equilibrio entre derechos y deberes de los ciudadanos; pacto fiscal, garantías para la propiedad e inversión privadas, tanto doméstica como extranjera; b) cierre de las empresas públicas (incluidos bancos) y prohibición de la apertura de nuevas empresas; c) restablecimiento del bolsín; d) establecimiento de límites al déficit y endeudamiento público; e) reducción del número de reparticiones y empleados públicos; f) eliminación de las regulaciones actuales sobre la contratación de mano de obra y personal; g) reformas de los servicios de salud y educación, para reducir y el gasto público y facilitar las inversiones privadas; h) aseguramiento de la intangibilidad de los ahorros de los pensionistas y de la libertad para escoger dónde ahorrar; i) suspensión de la dotación gratuita de tierras, puesta en marcha de subastas y otorgación de plenos derechos de propiedad sobre las tierras a los pequeños propietarios; j) reforma de la justicia; k) reorientación de nuestras relaciones internacionales: el gobierno debe defender nuestros intereses materiales y no una doctrinas y el país debe estar alineado con los países auténticamente democráticos; l) concepción e implementación de una política de manejo del medio ambiente apuntada a la reducción de la deforestación, la contaminación y las emisiones de gases de efecto invernadero.

El eje democrático debería basarse en, y esforzarse por crear, un bloque de organizaciones económicas democráticas, que se pueda oponer al bloque de organizaciones sociales parasitarias cooptadas por el intervencionismo y socialismo actuales. Se puede pensar perfectamente en formar un bloque de empresarios de diversos tipos y tamaños en todas las ramas de actividad de la economía, pero principalmente en la producción agrícola, pecuaria y forestal; en la explotación de minas, canteras y salmueras; en la construcción, el comercio de todas las escalas, la hotelería y gastronomía; en el transporte, los servicios de salud privados y los de comunicación. Este gran bloque podría constituir la “base material y social” de la convergencia.

Es indudable que la convergencia debería tener unas reglas para su propio manejo. ¿Cómo se tomará las decisiones? ¿Cuántos votos tendrá un partido con bancada y uno sin bancada? ¿Y cuántos las agrupaciones ciudadanas? ¿Quiénes serán los voceros? ¿Cuál será el grado de delegación hacia las regiones? ¿Cómo se elegirá a os candidatos a los puestos electivos? Y un largo etcétera, que debe ser resuelto mediante reglas democráticas y no mediante la inspiración de un caudillo.  Esas reglas deben ser elaboradas cuidadosamente y acordadas para que puedan ser respetadas.

En fin, la organización de una convergencia no es fácil, pero tampoco imposible. Es claro que no se puede, ni se debe intentar generarla de la noche a la mañana, porque eso equivaldría a reeditar algunos esfuerzos anteriores, que empezaron con la firma solemne de un pacto y finalizaron ese mismo momento. Los objetivos, alcance y términos de la convergencia se deben elaborar pausadamente y en discreción. Los operadores políticos deben buscar discreta e incansablemente la formación de acuerdos convenientes para las mayorías.

Vuelvo al principio. Si estas tareas no se emprenden cuanto antes, con la seriedad, inteligencia y desprendimiento que requieren, el país volverá a caer en las garras del MAS en 2025, año en que posiblemente viviremos las últimas elecciones generales de un período político donde las libertades se desvanecen cada día.

Debemos construir una sociedad abierta. Ciudadanos, tenemos muchas cosas que hacer.



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