Política | 13/07/2020

Entre las armas y las urnas: radicales y burócratas pugnan por liderar el MAS

bannercenter
pub_h_mob

Brújula Digital |13|7|20|

Zulema Alanes / Cabildeo Digital

Varios grupos se disputan la conducción del Movimiento Al Socialismo (MAS), pero dos son los más visibles y dividen aguas entre radicales y burócratas: los primeros optaron por las armas y los segundos eligieron el camino de las urnas. En medio están los ideólogos, que reivindican el proyecto indígena que, según afirman, ha sido traicionado. 

Esas tres corrientes surgieron en el contexto de debates internos liderados por Evo Morales y cuentan con su aval, pues fue quien los desafió a “demostrar de lo que son capaces”, dijeron a Cabildeo Digital fuentes ligadas al MAS.

Ante la imposibilidad de volver a ser candidato, Evo Morales optó por la línea radical. A poco de su huida a México, en noviembre de 2019, instruyó “cercar las ciudades” y dejarlas sin alimentos. Su intención era “convertir a Bolivia en un gran campo de batalla”, como lo había anunciado Juan Ramón Quintana. Y estaba dispuesto a “organizar milicias armadas”.

Cuando David Choquehuanca, el marginado, irrumpió a la escena política para liderar la primera elección que el MAS debía encarar sin Morales como candidato, éste recién consideró la vía democrática para rehacerse de su derrota política. Convocó a una reunión en Buenos Aires, designó a Luis Arce Catacora como candidato a la presidencia y, para aplacar los descontentos internos, los desafió a competir por el liderato de su partido. Desde entonces, les ha pisado los talones y ha reaccionado en cada una de las actuaciones de los denominados “burócratas y radicales”, desentendiéndose del proyecto político de los ideólogos.

Entre la conspiración política y la legitimación electoral

Los burócratas del MAS operan desde un entramado organizacional con diversos niveles de conexión en el aparato estatal –Asamblea Legislativa, Fiscalía, Tribunal Supremo de Justicia, Defensoría del Pueblo, municipios y gobernaciones– y coordinan acciones con la dirigencia de organizaciones sociales otrora articuladas en la CONALCAM.

Según las propias fuentes masistas, no es un frente monolítico, pero logró cohesión interna alrededor de una estrategia de legitimación electoral que les permitió superar sus diferencias con el propio Evo Morales.

A esta altura se articuló de manera orgánica tras la candidatura de Luis Arce Catacora y marcó la dinámica de la lucha política con una hábil estrategia desplegada en varios escenarios: alentó el desacato a la cuarentena, desplegó una campaña de desinformación desvirtuando el riesgo del coronavirus, acusó al gobierno de intentar prorrogar su mandato y respaldó algunos focos de desestabilización con el discurso de defensa de los derechos humanos. 

Con sus dos tercios en la Asamblea Legislativa, tomó el control del proceso electoral e impuso la fecha de las elecciones generales. Bloqueó todas las iniciativas del gobierno. Rechazó la orden de ascensos de las Fuerzas Armadas, congeló la ley que propone el 10% de presupuesto para salud, rechazó la contratación de un crédito del Fondo Monetario Internacional, de 327 millones de dólares destinados a la reactivación económica, y aprobó una ley para regular los estados de excepción y evitar la acción de las fuerzas Armadas y la Policía en casos de desacato al gobierno legalmente constituido. Y si bien ha aprobado la Ley de Recuperación del 12% del IDH para gobiernos subnacionales y universidades, le ha puesto candado al destino de los 200 millones de dólares.

Las relaciones entre el Ejecutivo y el Legislativo llegaron a un nivel de máxima tensión en el debate sobre la fecha de las elecciones que, finalmente, fueron fijadas para el 6 de septiembre, pese a las advertencias sobre los riesgos por la explosión de la pandemia de coronavirus.

El aparato judicial que responde a Evo Morales está intacto. Además de sus máximas autoridades, la mayoría de fiscales y jueces vienen de los interinatos designados por el MAS en tiempos en que Morales aseguraba que la independencia judicial no era un componente clave de la democracia, sino un invento del capitalismo. El juez primero anticorrupción, Alan Zárate, es uno de esos jueces. Liberó a Nemesia Achacollo y sacó de prisión a Carlos Romero, César Cocarico, Gerardo García y Felipa Huanca, acusados de corrupción. 

El núcleo de los burócratas del MAS logró concretar una estrategia de conspiración política que se desentiende de la magnitud de la crisis por efecto de la pandemia. Eva Copa, Omar Aguilar, Sergio Choque, Adriana Salvatierra, Milton Barón, Víctor Borda, Diego Pary y Wilfredo Chávez se cuentan entre sus figuras públicas.

Evo Morales se atribuyó todos los logros a través de su cuenta personal de Twitter. Justificó el bloqueo el Legislativo a los créditos para la lucha contra la COVID-19. Aseguró que intervino para definir que las elecciones se realicen el 6 de septiembre. 

Los estrategas de la violencia y la lucha armada

Cuando el 11 de enero de 2020 Evo Morales convocó a “organizar milicias armadas”, no estaba improvisando. Días previos al encuentro del MAS en el hotel Bauen de Buenos Aires, se reunió con el grupo del MRTA (Movimiento Revolucionario Túpac Amaru) y les recordó que su compromiso era consolidar una organización político-militar para la defensa del proceso de cambio, según detallaron a Cabildeo Digital.

“Demuestren pues lo que son, no hacen nada, tanto que han hablado de guerrillas”, les reclamó Morales. Y en respuesta, recibió reproches por haberse ido de Bolivia y por no actuar “como un hombre de combate y defender su gobierno, como hizo Allende”. 

Limadas las asperezas, afinaron la estrategia de la violencia que ya había sido puesta en acción en medio de los conflictos de octubre-noviembre de 2019 y convencieron al jefe de que era posible armar una organización político-militar. 

Cabildeo Digital conoció que los nombres de Martín Serna Ponce, Jhonny Peralta, Freddy Auza, Félix Cárdenas y José Pimentel se mencionaron en el primer anillo de coordinación y para activar a integrantes de Patria Insurgente, Columna Sur, Generación Evo, Brigada Octubre y Brigada Tania, muchos de los cuales todavía cumplían funciones en el aparato estatal. Este primer núcleo tiene enlace con el Trópico de Cochabamba a través de Andrónico Rodríguez, mientras que Rosendo Copa es el contacto con campesinos de Oruro y del norte de Potosí.

Este fue el núcleo que movilizó a los grupos de resistencia durante los conflictos de octubre-noviembre, coordinó las acciones de mineros y campesinos que montaron una vigilia contra el paro cívico en cercanías de la plaza Murillo, e incitaron los enfrentamientos en Montero y Senkata. 

“Nos empujan a esa lucha; no hay más remedio que prepararla y decidirse a emprenderla”, escribió Jhonny Peralta, el 31 de diciembre de 2019, parafraseando al Che Guevara.

Y Evo Morales lo secundó y, en una reunión de su partido en Buenos Aires, dijo: “mucho nos hemos confiado. El error garrafal (fue que) no teníamos un plan B” y anunció que “si volviera a Bolivia, o alguien vuelve, hay que organizar, como en Venezuela, milicias armadas del pueblo”.

Fuentes internas, dijeron que, con el aval de Morales, los radicales elevaron el tono de las protestas en todos los bastiones del MAS. Los conflictos en tiempos de COVID-19 empezaron con demandas de flexibilización de la cuarentena. Luego las consignas exigían la renuncia de Añez y el adelanto de las elecciones. Y conforme se atendieron las demandas, continuaron las protestas en El Alto y Patacamaya, en La Paz; Shinahota, Chimoré, Villa Tunari, Entre Ríos, K'ara K'ara, en Cochabamba; Macha, al norte de Potosí; Eucaliptus, en Oruro; San Julián y Yapacaní, en Santa Cruz. Volaron antenas, atacaron ambulancias, tomaron los centros médicos, expulsaron al personal de salud, atacaron a periodistas. Difundieron que el coronavirus no existe. 

Han erigido a K'ara K'ara en el bastión de la resistencia de su “guerrilla urbana” y, además de provocar un prolongado cerco sanitario que dejó enterrada en basura a la ciudad de Cochabamba, cuando la gente se moría en las calles debido al colapso del sistema sanitario, lo convirtieron en escenario de ataques personal médico, embestidas a unidades policiales, secuestro de personal policial y militar. 

Evo Morales siguió todos los conflictos y se pronunció por las redes sociales, pero abogó especialmente por K'ara K'ara, el bastión de los radicales de su partido. 

Tras el proyecto indígena traicionado

David Choquehuanca representa la fuerza simbólica del núcleo del MAS que reivindica el proyecto indígena traicionado. Su postulación en la terna de candidatos a la presidencia, lo proyectó nuevamente en las filas del partido que varios años antes de la caída de Evo Morales lo había marginado de las esferas del poder.

“Es el retorno del Inca”, habría dicho Choquehuanca a sus seguidores antes que Evo Morales diera el aval a Luis Arce Catacora para que ocupe su sitial de candidato. 

Según las fuentes consultadas por Cabildeo Digital, su capacidad de incidencia política al interior del MAS se limita a ciertos sectores de las organizaciones campesinas de occidente, fundamentalmente del departamento de La Paz, pues no ha podido penetrar con sus ideas a otros núcleos indígenas y campesinos que son de dominio de otros dirigentes radicales, como el qaqachaca Rosendo Copa.

No se lo considera un gran negociador y por eso se proyecta como portador de la “sabiduría ancestral de los pueblos indígenas” que no ha logrado proyectar más allá de las comunidades de la ribera del Lago Titicaca y algunos grupos migrantes asentados en la ciudad de El Alto.

Es el núcleo más débil que tuvo que cuadrarse ante la candidatura presidencial de Luis Arce Catacora, pero que le ha declarado la guerra a Álvaro García Linera y a los hijitos de ministros autodenominados Grupo Resistencia, y ha cerrado filas frente a la ideología marxista de los “blancoides tecnócratas” que representan la burocracia que se benefició de 14 años de gobierno del MAS. 



bannercenter
pub_h_mob


bannercenter
pub_h_mob
pub_med
pub_med
pub_med
pub_med
@brjula.digital.bo
pub_med
pub_med
pub_med
pub_med