Mientras el Ministerio pasa todas las noches su
terrorífico reporte de nuevos infectados, y los alcaldes y gobernadores hacen
gala de creatividad con nuevas y cada vez más descabelladas formas de
cuarentena, parece que a ninguno se le ha ocurrido hasta ahora la idea de dar
respuesta al problema principal: ¿es posible curar el COVID-19?
Absortas en su entusiasmo por contar nuevos
casos y ganarle tiempo al tiempo encerrando a la mayor cantidad de gente, las
autoridades de todos los niveles no han hecho ningún esfuerzo serio por aplicar
test masivos que permitan aislar el contagio ni les ha interesado impulsar la
investigación de las posibles curas que circulan diariamente en internet.
Seguramente esperan que todo llegue de afuera
algún día completamente hecho, y mejor si pueden hacer algún negocito o poner
alguna traba burocrática cuando esto ocurra, como ya ocurrió con los famosos
respiradores o los materiales de bioseguridad que llegaron de China y duermen
hace buen rato en algún depósito aduanero, mientras la gente muere todos los
días.
Tampoco la oposición escapa a esta mentalidad
mezquina y colonizada: en lugar de proponer iniciativas o impulsar soluciones
sanitarias de gran alcance, se masturba obsesivamente (y sueña con que todos lo
hagamos) con la triste idea de que sólo las elecciones salvarán al país de
todos sus males.
Entre tanto, médicos, bioquímicos y científicos
no sólo de afuera, sino también de Bolivia, no dejan de investigar y descubrir
nuevas y cada vez más efectivas curas contra el ataque del coronavirus, casi
siempre enfrentados a la miopía de sus gobiernos, cuando no a las iras de la
OMS y los grandes monopolios de la industria farmacéutica.
A esta altura de la pelea, tres de estas
soluciones se han destacado tanto por su efectividad como por el menosprecio
casi criminal con que han sido recibidas en los círculos oficiales.
1. El ibuprofeno
Desde El Salvador, la microbióloga María
Barrientos, a la cabeza de un grupo de médicos de varias ciudades centroamericanas
y estadounidenses, propuso al ibuprofeno y, en general, todos los
desinflamantes, como la cura definitiva para el COVID-19.
Barrientos echó por tierra todos los protocolos
de la OMS, al señalar que estos pasaron por alto que la principal característica
clínica que provoca el coronavirus en el organismo es la inflamación.
En su primera etapa, el virus provoca la
inflamación de los senos paranasales, que luego se extiende gradualmente a la
faringe, la laringe, los bronquios y, finalmente, los pulmones, donde provoca
la temida "tormenta de citoquinas", un mecanismo de defensa
desesperada del organismo que por lo general termina en la muerte del
infectado.
Mientras Barrientos señala que la mejor forma de
acabar con el virus consiste en atacar la inflamación con el eficiente y barato
ibuprofeno, científicos británicos demostraron en un estudio reciente que otro
desinflamante, la dexametasona, aplicado a pacientes graves, reduce
drásticamente la tasa de mortalidad. Seguramente si estos científicos hubiesen
escuchado a la doctora salvadoreña antes de emprender su investigación, se
hubieran ahorrado mucho tiempo, trabajo y dinero.
Naturalmente, en Bolivia, ninguna autoridad
sanitaria prestó la menor atención a la propuesta de Barrientos, mucho más completa
y accesible que la de sus colegas europeos, pero apenas se enteraron del
estudio sobre la dexametasona, empezaron a repetirlo como loros e incluso el
Ministerio de Salud instruyó la distribución del fármaco en algunas ciudades
del interior para su empleo en las últimas fases de la enfermedad.
Si esta gente hubiera investigado un poquito
más, sabría que, si bien la dexametasona es un buen desinflamante, la
inflamación debe ser combatida desde el primer síntoma y que el Ibuprofeno,
mucho más barato y accesible, cumple la misma función y ya ha salvado la vida
de cientos de personas en El Salvador, Estados Unidos y otros países
centroamericanos.
2. El MMS o dióxido de cloro
Otra respuesta contundente al coronavirus
ha llegado desde Suiza, donde el biofísico alemán Andreas Kalcker afirma que el
dióxido de cloro (popularmente conocido como MMS) es la cura definitiva.
Kalcker, quien viene realizando pruebas y
estudios con MMS hace 14 años para el tratamiento de diversas enfermedades,
explica que este compuesto químico de una molécula de cloro unida a dos de
oxígeno, tiene la propiedad de disociarse en el estómago de quien lo toma,
liberando una gran cantidad de oxígeno que recorre todo el organismo a través
del torrente sanguíneo.
Además de oxigenar la sangre y diversos órganos,
este "oxígeno de refuerzo" ataca directamente al corona virus y
otros agentes patógenos del organismo, oxidándolos hasta aniquilarlos.
Los detractores del científico alemán (entre
ellos la OMS y la FDA estadounidense) han cuestionado la toxicidad del MMS,
llegando incluso a compararlo con la lejía o lavandina. Pero Kalcker ha
explicado que se trata de acusaciones infundadas y malintencionadas, pues se
trata de compuestos químicamente distintos, y afirma que hasta ahora no existe
un solo estudio científico que haya demostrado esa presunta toxicidad.
En Bolivia, la reconocida traumatóloga Patricia
Callisperis, directora de la Clínica del Sur de La Paz, junto a un grupo de
médicos paceños y benianos, comenzó el tratamiento del Covid 19 con
aplicaciones de MMS en decenas de pacientes en el departamento de Beni.
Según la especialista boliviana, el resultado del
tratamiento es contundente: “No estamos haciendo pruebas o experimentos con un
nuevo medicamento. Estamos aplicando la cura definitiva contra el corona virus”,
dijo Callisperis en un programa televisivo al periodista Jhon Arandia.
En otra entrevista realizada por la periodista
Miriam Claros, de la red Bolivisión, el gerente de la farmacéutica Laboratorios
Alcos, Fernando Liendo, reveló que su empresa solicitó al gobierno boliviano la
autorización para producir y distribuir MMS en todo el país.
Liendo dijo que la solicitud fue presentada
directamente a la presidente Jeanine Añez, en marzo pasado, y sucesivamente a
los tres ministros de salud que tuvo su gobierno en medio de la epidemia, pero
que, lamentablemente, ninguna de estas autoridades respondió hasta ahora.
Según el empresario farmacéutico, el país pierde
cada día tiempo precioso para enfrentar y vencer al Covid19, y es posible que
la autorización llegue "cuando ya nadie la necesite".
3. La ivermectina
A finales de abril pasado, el director de la
clínica cruceña Santa Rafaela, Rafael Quinteros, informó a los medios de
comunicación que personal de ese establecimiento había puesto en práctica un
tratamiento efectivo para el coronavirus, sobre todo en sus etapas iniciales:
la ivermectina, un antiparasitario de uso animal que ya había sido probado con
éxito en humanos para la cura de otras enfermedades virales.
El descubrimiento, originalmente atribuido a la
universidad australiana de Mosha, demostró que el fármaco actúa como un
"extraordinario antiviral", capaz de reducir la carga del virus a su
mínima expresión, explicó el nefrólogo e intensivista Herland Vacadiez, uno de
los médicos más respetados de la ciudad de Santa Cruz, quien, luego de realizar
sus propios tratamientos, se sumó de inmediato a los partidarios de la ivermectina.
La nueva medicina fue recibida en principio con
hostilidad de parte de las autoridades: en un comunicado, la Agencia Estatal de
Medicamentos y Tecnologías en Salud (Agemed) dijo que "no está autorizada
para el uso en infecciones por Covid19", aunque, días después, el
Ministerio de Salud aceptó incluirla en la lista oficial de medicamentos
empleados por los hospitales del Estado.
La autorización, emitida más por presión de los
médicos y población cruceños que por convencimiento propio, prohibió al mismo
tiempo la venta del fármaco sin receta médica y dijo que, para obtenerla, el
paciente interesado debía firmar un documento que eximiera de responsabilidad a
su médico tratante.
Semanas después, tanto el director de la clínica
Santa Rafaela como el doctor Vacadiez denunciaron que, pese a sus esfuerzos
individuales y la autorización vigente, las autoridades de salud bloquearon el
uso sistemático del medicamento.
En el plano internacional, la ivermectina ha
sido empleada a fondo en algunos países, como Australia o República Dominicana,
y últimamente aceptada por la FDA estadounidense en su lista de fármacos
anti-covid.
Ricardo Zelaya es comunicador social.
@brjula.digital.bo