Bolivia y el Estado
Plurinacional son dos conceptos totalmente diferentes, desde la lógica
oficialista se trata de la vieja República colonial, discriminadora, neoliberal
contra el nuevo Estado Plurinacional, de las masas populares y organizaciones
sociales, reivindicadora de los derechos de las 36 naciones indígenas
reconocidas por la Constitución Política del Estado producto del ejercicio de
la democracia de las mayorías.
Sin embargo, creer
que el Estado Plurinacional es la nueva Atlantis o un nivel superior en la
civilización moderna esta lejos de la realidad, en primer lugar porque la gran
mayoría de este país ha renunciado tácitamente a ese contrato social
obligatorio que los hace presas del poder público.
Si bien es cierto
que dichos ciudadanos aún son reconocidos por el Estado Plurinacional, cabe
señalar que esos ciudadanos buscan alejarse de todas las instituciones sociales
que a su parecer, limitan sus aspiraciones u proyectos de vida. En términos
económicos hablamos de la economía informal, de todos esos proveedores de
bienes y servicios que prefieren desarrollar sus actividades fuera del área de
influencia del poder público, de los trámites, tasas, impuestos y regulaciones
sinfín.
Conscientes de su
precariedad laboral y los "beneficios sociales" a los que tendrían
que acceder eligen pertenecer a la informalidad, no es una decisión que este
relacionada a su incapacidad para distinguir entre el bien y el mal o una
predisposición a cometer delitos. Es simplemente una posición guiada por la
información e incentivos que puede interpretar a su alrededor.
Pasa lo mismo
cuando los individuos rechazan el accionar de la Policía, abusos y atropellos
que emanan de decisiones nuevamente del Poder Público, a merced del círculo
cerrado de poder político, la casta del Estado Plurinacional.
Autoridades y las
instituciones administradas por estos son blanco de repudio por su accionar en
contrasentido a la racionalidad, de espaldas a los intereses que supuestamente
salvaguardan y promueven, pero por sobre todo con el cinismo suficiente como
para distorsionar la realidad y tomar decisiones a partir de supuestos falsos.
El trato
"igualitario" ante la ley aplica de un modo perverso, en las
condiciones que el poder político establezca como suficientes o necesarias
salvando obviamente a los círculos de poder de tener que probar un poco de
realidad como el común de individuos.
La nueva tribu que
se aleja lo MAS posible del fracasado Estado Plurinacional no requiere de entes
deliberantes o representativos que actúen por ellos. Han encontrado en la libre
determinación y los procesos de mercado que se basan en la negociación,
coordinación en busca del mutuo beneficio las herramientas para relacionarse
unos con otros en paz.
Estos deambulan
cual nómadas buscando nuevos parajes y oportunidades para poder sortear sus
necesidades más urgentes. Vivir al día, sobrevivir, con el riesgo latente de
ser emboscados por el imperio de la violencia institucional.
Podrán compartir
algunos espacios como las escuelas públicas o puestos de salud con los últimos
moradores del Estado Plurinacional de Bolivia sin embargo están conscientes que
ese nivel de vida no es algo a lo que ellos aspiren y nuevamente usan todos los
medios que estén a su alcance para mejorar su situación actual.
La sostenibilidad
del Estado Plurinacional pende de un hilo, los recursos públicos son cada vez
más escasos para costear y mantener los círculos de poder político y sus
respectivos comensales. Los pocos formales desencantados pueden honrar sus
tributos para alimentar las voraces fauces del Poder Público, pero solo es
cuestión de tiempo hasta que la realidad los golpee en el rostro con la
brutalidad de una tormenta perfecta y se den cuenta que su proyecto de vida no
puede seguir siendo postergado a cambio de la ilusión de una posteridad
incierta.
La nueva tribu de
bolivianos piensa fuera del Estado, trabaja fuera del Estado, planea y
construye fuera del Estado, a partir del más básico de los instintos, el de
supervivencia. No hay nada más perverso que tratar como bastardos a los
verdaderos hijos de esta Tierra, silenciar su descontento y negarles la
propiedad de los medios necesarios para la producción y dotación de bienes y
servicios.
La nueva tribu
espera con expectativa a que los círculos del poder político claudiquen por
inanición, la sed de poder en el Estado Plurinacional cruza límites
inimaginables, más de las que puede saciar. Sin riqueza y trabajo duro solo se
tienen así mismos, una caterva de privilegiados que vive a costa de los demás.
En palabras de Pepe
Mujica: "el socialismo es una enfermedad— inteligente, su único mérito es
el de no matar al huésped".
Carlos Armando Cardozo Lozada es economista,
Máster en Desarrollo Sostenible y Cambio Climático, Especialidad en Gestión del
Riesgo de Desastres y Adaptación al Cambio Climático, Presidente de Fundación
Lozanía